
Peso: un diamante es tan pequeño que ni siquiera se pesa en gramo.
Existe una medida más pequeña todavía que se llama quilate. Un quilate son 0,2
gramos. Cuanto más grande sea el diamante, más quilates pesará. Para que os hagáis
una idea, el diamante más grande del mundo, llamado “el Cullinan”, pesaba ¡más
de 3000 quilates!, esto es más de medio kilo. Un día hablaremos del Cullinan
porque tiene una historia muy interesante.
Color: los colores dependen de las inclusiones del momento de su
formación; en ¿Cómo se forman los diamantes? podréis saber un poco más sobre la inclusiones. Para clasificar el color de un
diamante existe una escala de color. El proceso de clasificación se produce de
una forma visual. Un experto coge los diamantes que quiere clasificar y los va
comparando con diamantes que ya están clasificados. El diamante más puro es el
diamante transparente. En lugares como Australia se pueden encontrar
diamantes de color rosa que. son muy valiosos y apreciados.
Pureza: normalmente los diamantes suelen llevar pequeñas impurezas
que se incrustaron en el momento de su formación. Un experto analiza con una
lupa el diamante buscando impurezas. Cuando se detecta alguna las señala en un
gráfico, indicando el tipo de impureza y su tamaño.
Talla: la talla la realiza un tallador experto en los talleres de talla.
Cuanto más perfecta sea su simetría más valor tiene. La talla puede tener
muchas formas, y una buena talla hace sacar al diamante en bruto todo su
resplandor y brillantez. Acordaos de la expresión “eres un diamante en bruto”;
el diamante necesita el trabajo del experto tallador para que saque toda su
luz.
¿Quiéres saber si una alianza de boda puede llevar un diamante? ¡Te invito a que sigas leyendo!
Si te ha gustado el post de sobre la calidad de los
diamantes, ¡dame un G+1!
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